Crónica de una marcha distinta


Es Santiago, tenemos que ir a Plaza de Mayo. Las organizaciones están convocando para las 20:30, no vayas sólo”, dice uno de mis tantos mensajes de WhatsApp del 20 de octubre, minutos después de que Sergio Maldonado reconociera a los medios que el cuerpo hallado es de su hermano, Santiago Maldonado.
Un minuto después del horario pactado en la Plaza de Mayo sólo se contaban 5 banderas desplegadas de organizaciones de izquierda, con no más de 20 militantes a su alrededor. La incertidumbre producto del clima que se vivió esa semana por la poca información corroborada y por la proximidad al domingo de elecciones legislativas, también se estuvieron presentes en la Plaza. La lluvia amagó con su presencia, pero reculó.
Las golondrinas de Plaza de Mayo seguramente observaban desde los árboles como la plaza era penetrada por todas sus entradas por jóvenes auto-convocados acompañados por sus carteles y/o por sus familias. Las banderas desplegadas ya no se podían contabilizar. Una manifestante prendió una vela, bajo un cartel con la imponente mirada de Santiago y rápidamente se transformó un altar luminoso. Los camarógrafos más perspicaces pudieron registrarlo.
 La organización de Familiares de Víctimas y Desaparecidos por la última Dictadura daba vueltas alrededor de un monumento en el centro de la Plaza, como históricamente lo habían hecho las madres y abuelas. Algunas personas los aplauden, mientras otras intentan abrir paso para la llegada de los militantes de la CORREPI que ingresan eufóricos cantando y flameando sus banderas. Desde arriba de unos de los cercos verdes que custodian el césped y las flores, la vista de la Plaza de Mayo también era imponente. 
Llegaste a la Plaza? Pasame tu DNI por cualquier cosa. Yo se lo paso a mis responsables y si podes avisá a los que están ahí que hagan lo mismo”, me escribe una amiga militante social.
La columna que daba vueltas en el centro de la Plaza pisando el círculo de pañuelos pintados de color blanco empezó a agrandarse con la llegada de las organizaciones políticas, hasta no poder hacerlo en ese lugar. La cabeza de la columna hizo media vuelta más y se dirigió hacia la calle -Rivadavia-  que da a la Catedral, ante la incertidumbre de los que recién llegaban y entre la inquietud y los cantos de las personas que ya estaban. En efecto cadena, todas las organizaciones se sumaron a la cabeza de la columna y se empezó a dar vueltas no por dentro, si no por fuera, en las calles que contienen a la Plaza de Mayo.
A diferencia de otras marchas presenciadas y a pesar de que ésta fuera convocada improvisadamente un viernes en el horario que gran parte de los jóvenes del país estarían empezando sus “previas”, muchos de los rostros de las personas que asistieron estaban acompañados de lágrimas y fue la noche en que ví más abrazos de contención en mi vida. Situación que no me permite escribir una crónica distinta.

La cabeza de la columna rompió el circulo de la plaza y redirigió al cuerpo hacia la Avenida de Mayo destinándose al Congreso de la Nación. Vecinos filmaban con sus celulares desde sus balcones, mientras llegaban manifestantes que salían de sus trabajos.
Por un momento, un eco se apropió de la voz de toda la gente que caminaba por la avenida de mayo, una y otra vez se escuchó: ¡Fuera Bullrich! Una consigna dirigida hacia la actual Ministra de Seguridad del país.
Pasadas las 23, la columna que llegó al Congreso, empezó a desconcentrarse. Mientras llegaban mensajes de la convocatoria para el día siguiente por parte del Encuentro de Memoria Verdad y Justicia.
A diferencia de las marchas del 1° de septiembre y del 1° de octubre, los medios de comunicación no pudieron enfocar sus cámaras hacia vándalos o hacia pintadas en el Cabildo porque no hubo lugar.


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