Sólo Dios sabe si existe




Viernes 12 de mayo. Estoy viajando en el último 60 de la lluvia. Las luces están apagadas, sólo se ven las narices blancas de unos pocos pasajeros adentrados en sus pantallas y la silueta de dos cuerpos acurrucados por el frío o por el cansancio, yendo a tomar el tren a Constitución. Al parecer todos disfrutamos del silencio acompañado de gotas de lluvia y del fragor del colectivo. Casi indescifrable pero intermitente un halo de luz se filtra desde la noche entre los vidrios, nos ilumina, descubre nuestra miseria y vuelve a desaparecer.

Un calor punzante cerca del hígado me recuerda que me había prometido no volver a descarrilar así. Sin embargo, en ese momento no estaba en condiciones de prometer nada. A propósito, la vecina del 1°B me regaló un gin escocés de añares y un Sol Azteca que su cáncer no le permitía vaciar.
El colectivo parece dirigirse al velorio de un desconocido. Dios está sentado al lado mío. Y más bien, porque hoy tengo una pizca más interesante que las anteriores. Pero el ardor del gin en las hendiduras de los labios me impide empezar la cháchara.

-Escuchame José, hoy te tenés que morir. 

- ¡¿Cómo?!
¿Acaso mi vida no vale nada? La vida que –aún- vengo planeado... ¿Ni siquiera mis monografías para cambiar el mundo?

-Tomalo con calma, la cosa es así: ¿Vos querías cambiar el mundo? Bueno, la repercusión de tu muerte va a ser la gota que rebalse el vaso. Va a hacer efecto en miles de millones cabezas adolescentes, que del hartazgo y con rostro van a fundar un partido político; “El Partido Final”.

- Pero ni empedo, no me quiero morir, todavía, no me siento preparado.
¡Caradura! ¡Vos sos un caradura! ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me venís a buscar a mí, habiendo tantos monstruos y empresarios felices y culiando?

- A vos pendejo ¿Qué te hace pensar que sos mejor que los que ya murieron o de los que siguen vivos?

- No sé, nada. - Le digo mientras me acomodo y enojo por no conocer la respuesta- Pero no me pienso morir ahora.

- ¿Y dónde quedó tu teoría anarco-comunista?

- ¿Dónde estás vos cuando alguien te pide ayuda?

- ¿Acaso no entendiste que es la vida la que determina la consciencia y no la consciencia la que determina la vida?

- Mira viejo – le digo apretando los dientes- me encantaría tener esta charla con vos, pero te pasaste. Si querías matarme tendrías que haberlo hecho en la parada anterior porque en la siguiente me bajo y no pienso cruzar la calle sin antes mirar bien de los dos lados.

Siento terror al pararme, las piernas dando pena se estabilizan. En el recorrido hacia el timbre vuelvo a notar la escena del principio, las narices blancas y los amantes acurrucados. Al parecer no se percataron la presencia del invitado. Toco el timbre y espero que se abran las puertas para bajar, o subir.

Bajo y veo el infierno, pasado por agua. Una nena duerme bajo la lluvia acolchada por un nylon transparente. Miro atento a los lados de la calle, cruzo y miro hacia arriba, solo lluvia. Me refugio debajo de un toldo verde, saco como biblia mi cuaderno mientras pienso que no puedo perder detalles del show intratable. Abro el cuaderno en hoja random y antes de que pueda blasfemar, noto que alguien escribió:
“Sólo Dios sabe si existe” 26/3/2017. 

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